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“Come, Reza, Ama” inicia con una maravillosa descripción de lo que es el poder de la oración. Al parecer existe una constante entre lo que es una respuesta de Dios y un cambio trascendental en la vida. El medio: la oración. Elizabeth cuenta como tras meses de sufrimiento por llevar su vida justamente a un sin sentido, justamente al lugar donde Ella no quería estar…
Una de esas noches en su habitual escapada al baño para llorar decidió tener una comunicación con Dios. En esa conversación Ella pudo escuchar una voz que si bien era la suya claramente no era la suya. Por la respuesta misma, el amor profundo y la sabiduría que implicaba, Elizabeth supo que se trataba de la voz de Dios.

Parece que hay otra constante entre el sufrimiento y los grandes cambios, aquellos que tienen que ver con el camino que Dios nos señala. En “El Poder del Ahora”, también desde el inicio Eckart nos cuenta como después de mucho tiempo de sufrimiento y angustia intensa, de pronto un día: El Despertar a una percepción distinta del mundo, una claridad, una conciencia que incluso algunos le podrían llamar iluminación.
Algunos rezamos y quizá si bien nuestra vida no está donde queremos tampoco se encuentra tan lejos. Entonces me pregunto: ¿Es necesario un dolor o un sufrimiento intenso para lograr ese cambio que tanto anhelo?, Por supuesto que mi respuesta inicial y de todo corazón es “No ni madres”, “Paso”, “No quiero”. Entonces ¿Qué alternativas tengo?:
La Educación: Claro, no hay libro, guía, Gurú o Coach que no exija una mayor educación para lograr ese cambio que tanto necesitas o sueñas.
La programación neurolingüística: Cierto, tanta sabiduría que enfatiza en ese camino. Desde los Sankalpas del Yoga que te invitan a sembrar en tu mente la semilla de realización hasta Tony Robbins y Dean Graziosi que nos brindan maravillosas técnicas de PNL en sus libros y seminarios.

Pero Yo creo que mucho se ha menospreciado al mayor y más poderoso de los medios de cambio y éste es la oración. Si bien se nos ha dicho que “No hay oración que se quede sin respuesta”, El problema es que hemos sido educados en la disciplina del rezo, quizá por la simplicidad y disciplina que implica, porque se puede rezar en cualquier lugar y en cualquier momento y con cualquier corazón.
El caso contrario es con la oración. Me parece que la oración se identifica tanto con un corazón sufriente por la intensidad, claridad y atención que el dolor le brinda a la persona que quiere hablar con Dios. Me parece que el dolor o sufrimiento no son necesarios pero sí: la atención, la pureza, claridad e intensidad en el corazón, “El deseo ardiente” o anhelo de comunicarse con Dios, La Fe, La esperanza y la aceptación del resultado que brinde esa comunicación.

Al describir lo que me parece que implica la oración de pronto siento por un instante desistir de mis ganas de orar y seguirme conformando con mi habitual rezo, pero obviamente me detengo y me pregunto. ¿De veras no quieres hablar con Dios”?.